miércoles, 23 de octubre de 2013

Los Justos: Una vida cargada de ETA

Nací el 8 de Agosto de 1977, la organización terrorista ETA nació prácticamente 20 años antes, y hoy aún, a mis 36 años, sigue existiendo. Es por tanto la mía, como la de todos españoles menores de 60 años, una vida cargada de ETA.


No es que haya sufrido una experiencia más cercana o más traumática respecto al terrorismo que cualquier otro vasco de mi generación, y sin embargo, desde que tengo recuerdos, esa palabra, ETA, ha estado presente en mi vida.

De niño, en las conversaciones de mis padres mientras tomaban un café con sus amigos y que yo escuchaba sin entender muy bien si aquella ETA a la que se referían era algo bueno o algo malo… Si unos hablaban parecían los buenos… Si lo hacían otros eran los malos… y yo no podía entender aquella palabra: ETA.

En la adolescencia, ya con un pensamiento socio-político algo más desarrollado, lo justo para ser un adolescente, observaba el mundo que me rodeaba, en aquel momento el instituto, y que estaba cargado de ETA: organizaciones juveniles, paros estudiantiles en pro del acercamiento de presos… ,y sobre todo, los muertos.

Es allí donde para mí, la relación entre ETA y la muerte, entre ETA y la fractura ciudadana quedó absolutamente clara. Es allí, en aquellos tiempos de lucha por la paz, en aquel micromundo que era mi instituto, donde entendí que no se puede callar siempre, que no se puede tener miedo todo el tiempo, que hay que gritar alto y claro que ninguna idea justifica la muerte de nadie. Es allí, donde se comenzó a fraguar Los Justos.

Fue hace 10 años y 3 meses, cuando comencé a trabajar en el concreto de la obra de Camus, sobre todo porque era un tema que, por desgracia, me había acompañado toda la vida. Comencé ese trabajo por la necesidad de hablar claramente sobre ETA y contra ETA, sin silencios, sin miedos, sin complejos.

Creo que Jose. A. Pérez y yo hemos logrado una versión en la que logra ese objetivo: vencer al miedo, vencer al silencio. Hemos intentado explicar, para explicárnoslo a nosotros mismos, qué es lo que lleva a un ser humano a matar a otro amparándose en un ideal de justicia. De qué manera se puede llegar a semejante paradoja.

Todo el equipo que ha hecho posible este proyecto ha encontrado respuestas y nuevas preguntas, pero en el fondo de todo, yo he encontrado una verdad que me acompañará el resto de mi vida: la justicia es una idea, no existe en sí misma, y su sentido puede ser modificado a voluntad de cada individuo…la muerte, sin embargo, es un hecho innegable y común a todos nosotros. Por tanto, una idea jamás podrá estar por encima de una vida.

Javier Hernández-Simón
Director de escena

9 comentarios:

Alvalicia dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Alvalicia dijo...

Permíteme que te ponga algo que de repente me ha venido a la cabeza, leído tu comentario.
¿Pudiera ser que si los hechos responden a la verdad de la idea, no existirían paradojas? Porque al final, ¿ni el hecho debe estar por encima de la idea, ni la idea del hecho, (tienen que ser lo mismo), si queremos ser constructores de nuestra historia (según un ideal), justa para todos?
Tengo ganas de ver cómo habéis reflejado la perversión que convierte la idea de justicia en un hecho justiciero, abominable, donde el respeto a la vida deja de ser la línea que delimita el bien del mal. La línea que sobrepasada, pervierte toda idea, o si te mantienes en ella, la materializa, la idea, en toda su “bondad”.

Alvalicia dijo...

Otra cosa que me viene a la cabeza, y ya que esto es un espacio de conversación.

Es que plantear una elección entre la idea y el hecho, ¡es que no tiene caso cuando la idea no está pervertida por el acto que dice materializarla!
No matemos a la idea, por la perversión al que el hombre la somete, cuando éste, justifica cualquier atajo que toma y nada tiene que ver con la idea con y por, la que dice actuar.
La fuerza de la idea está en llegar a ser "hecho" idéntico de ella.

Justificar el desvío de una idea, utilizando la "buena prensa" del nombre de esa idea, se llama perversión.
En nombre de una idea de lo más bella, se cometen muchas tropelías.

Para mí el meollo de la cuestión es:
¿Qué es lo que nos indica que la idea no se está pervirtiendo?
¿Existen “leyes”, “métodos” que nos permitan pasar de la idea al hecho, perfectamente, “avisándonos” de lo que nos aleja de la bondad de la idea?

Después de leer la obra de Camus, y ver los fragmentos de vuestra obra.
Algo de todo esto espero sentir.
Reflexiones en el camino de la perversión de las ideas, lleno de dudas y sentimientos de lo más profundo.

Alvalicia dijo...

Hablando de la idea de Justicia como posibilidad de ser acto idéntico a ella.
Y a colación de la sentencia de ayer del Tribunal europeo de Estrarburgo sobre la doctrina Parot.
Pensando en las víctimas, pensando en los liberados.

¿Es posible un acto justo tal que si la víctima fuera verdugo o víctima, lo asumiría como justo. Tal que si el verdugo fuera víctima o verdugo, lo asumiría como justo. El mismo acto?.
¿Algo así como un acto justo universal independientemente de quien fuera la víctima o el verdugo?
¿Algo así como que el otro eres tú, en tus circunstancias. Y tú eres el otro, en sus circunstancias?
¿Lo que está mal está mal, lo hagas tú o el otro?
¿El castigo adjudicado es lo ajustado al mal cometido, lo tengas que pagar tú, o le tenga que pagar el otro?
¿Al perdón y la restitución se llegara desde la víctima y el verdugo, como una sola necesidad?

Bueno aquí lo dejo.
¡Que aún no he visto la obra!
Pero ya veis que me "dispara" las ganas de hablar.

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Unknown dijo...

Ninguna idiologia justifica la violencia. Lo justo seria el respeto.

Alvalicia dijo...

Me ha gustado mucho, muchísimo.
Por ser entretenida (el tiempo te entretiene sin darte cuenta que pasa), y al mismo tiempo, valga la redundancia, te lo reflexiona, el tiempo, te lo llena de tiempo de después, de ese que vuelve a lo que la obra te ha contado, conmoviéndonos, con lo que los actores nos hacen sentir, pensar, pasar.
Es una obra que te entretiene el tiempo deprisa, mientras estás ahí, y que te entretiene el tiempo de después de haberla visto, despacio, por largo.
Me han gustado todos los actores, en su papel cada uno.
La música. La escenografía. La puesta en escena. El texto.

Me ha parecido una genialidad lo de las cuerdas. Por muchas razones. Una de ellas, por algo externo a la obra, quizás, y es constatar como con algo tan sencillo, “barato”, se puede llenar de profundidad cualquier, acto, cualquier superficie, cualquier historia que contar, cualquier idea que defender.
Constatar que para crear arte, algo grande, lo más importante es la genialidad, la creatividad, quizás la fuerza de la necesidad de hacer algo con belleza, que te conmueve y lleva a la conmoción de a quien le llega.
Las cuerdas como raíces (según el director) de la tierra chica en la que naces, que te unen, te atan, te aprisionan, te esclavizan, ¡te fanatizan!, en resumen, te alimentan la vida que te humaniza-deshumaniza, (según lo que me han inspirado a mí, no sé si coincidiendo con alguien más).

Me ha encantado escuchar la chalaparta, siendo parte de la música que se integra en la historia que nos cuentan, como latidos de la tierra ¿quizás?, del corazón que está unido con la tierra de la que se nace y se nutre uno, de latidos de amor… y ¡de odio!... ¿quizás?.

Me ha gustado el estanque de tierra, el abrevadero de agua, limitados, limitando el desarrollo de unos seres humanos, ¡SÍ, seres humanos!... que llegan a ser… ¡asesinos!

Me ha gustado mucho, muchísimo, las ideas que me han removido.
¡LAS IDEAS!
Los límites de las ideas.
El amor como única referencia válida que establece las diferencias, los límites.
El poeta, el terrorista, el verdugo, el enemigo, todos compartiendo la idea de Justicia, siendo todos injustos, culpables, inocentes, si cuando miran, no ven al otro a los ojos, a su corazón, a su ser un ser humano.
Las dudas.
De nuevo el amor, el ser capaz de ver al otro, al "enemigo", como un ser humano, lo que hace que uno tenga dudas, tenga compasión, tenga capacidad de perdonar, de mantenerse en la alegría de la vida.
Impresionante la escena de la viuda hablando con el asesino.

Alvalicia dijo...

Me ha gustado de las cuerdas, que me hayan inspirado muchas cosas, que no sé si son las que pretendía el director, o son divagaciones mías. En cualquier caso, me ha gustado que me llevaran a pensar cosas.
Como por ejemplo,
cómo las raíces que alimentan el sentimiento de pertenencia, algo tan fundamental para establecer la identidad de la persona en un principio, tan necesario y positivo, se convierten, cuando uno se mete en la “organización”, en ataduras cada vez más limitadoras de la libertad personal, se va acallando la voz individual del corazón, se van cerrando aquellas puertas del corazón que liberan, que te dan sobre todo, alegría de vivir.

Me ha encantado en las escenas de grupo de todos los personajes, cómo cuando hablan, se anudan una vuelta más, y otra más, y otra más, hasta que lo que hablan es lo que el grupo quiere oir, vacías las palabras de sentimiento personal, alienados los sentimientos.
Sólo cuando están en “pareja” cualquiera de ellos y Maite, LA MUJER, hablando, es que quizás sea el corazón individual el que se expresa, con la verdad abriéndose en dudas, en temores.
Por eso Josu, el personaje más “duro”, le dice a Maite, que cuando habla como mujer, su opinión no se debe considerar. La organización, la causa, no puede permitirse dejar hablar al corazón desde la parte que contempla al "otro", como ser humano, los niños de los “otros”, como seres humanos.

También me ha gustado de ese “juego” con las cuerdas, cuando incluso estaban en parejas, hablando desde el corazón, cómo desde las sombras, las ideas de la “organización”, lo establecido por la “organización”, los aprisiona, les limita, les atenaza, su verdadero sentir y su expresión.
Destacar, el hecho de que cuando “el poeta” está detenido, ya sin cuerda, es el ser humano, que tiene que enfrentarse a su acto, a su crimen, desde su responsabilidad única, él no es la “organización”, él es ÉL.
Ante eso, le surge, la vergüenza de haber quitado la vida a un ser humano. La vergüenza de ser un ser humano que ha quitado la vida a otro ser humano.

Y para terminar con lo de las cuerdas, el final, me parece apoteósico… Las cuerdas que aprietan, que aprisionan hasta tal punto, que convierten hasta a la mujer, representante del último rescoldo de amor que pudiera tener la “organización”, sucumbe acosada, en un último grito de expresión individual, cuando también ella ha perdido el último lazo de amor que tenía, puro, a la persona que amaba. Pierden totalmente su individualidad, y se convierten en “la organización”, en asesinos, sin raíces, solo quedan las ataduras a su propio FANATISMO, que no representan en absoluto al AMOR de su, y para su tierra... las cuerdas, las raíces.

Alvalicia dijo...

Sigo hablando de la obra. De lo que me ha impresionado.
Los personajes.
Todos necesarios, pero el que más me ha impresionado es el de Josu.
Es como el personaje que resume “el final de etapa”, que recorren los que entran en la lucha, en la “organización”.
La primera etapa sería la que empieza en la inocencia de sentimientos, representado por el personaje de Jose, que nunca mentía, que en medio de cometer un atentado es capaz de fijarse en la chica de 20 años que era muy bonita, y le gustaría que corriera, que se escapase… O la primera etapa donde la inocencia es estar enamorado de la belleza de la idea, perfecta, que representa el personaje de Mikel, “el poeta”, que daría su vida para abarcar la grandeza de la idea (aunque para mí es un tanto triste este poeta, está perdido, además de menos romántico que el de Camus, que también pierde su lustre, cuando confunden los dos, morir uno mismo por la idea, que MATAR por la idea, si es que dicen amar la vida).
… Pues eso, se parte desde la inocencia, primera etapa, hasta llegar a ese final de etapa, que es el fanatismo como idea, al odio como sentimiento, esa etapa en la que ya no se necesita justificaciones, ni dudas... el odio es la idea y el sentimiento… el odio es lo único, el todo.
Pienso en Josu como final de etapa, pero también
¿Quizás es que desde el principio, se parte desde ser fanático, o desde el que siente odio, si es que “siendo”, es que se puede tomar la decisión de entrar en esa clase de lucha, matando?
¿El Ser Humano nace o se hace?
Y entonces me lleva precisamente el personaje de Josu, con su “declaración de amor, a la casa de su padre”, a plantearme.
¿Cómo es posible desarrollar tanto odio, partiendo de tanto amor?