El acto dos ha sido como escalar un 8a sin cuerdas ni arnés. Es un acto difícil de encumbrar, pero hemos tratado de no mirar abajo para evitar el vértigo. Le hemos ido modelando con esfuerzo y grandes dotes de equilibrio mental pero parece que finalmente hemos podido con él. Ya se va viendo la tarta entera y empieza el momento de los adornos y las velas. Mañana repaso general al acto 1 y al 2 y escenas nuevas, menos peligrosas y más livianas, si es que algo hay de liviano en este oficio. Seguimos sudando al Diktat que marca Cormann y sus madejas inextricables. La locura se torna en absoluto equilibrio mental de un día para otro. Volverá de nuevo, pero ya le habremos visto las fauces al lobo. Al contrario que el Pedro del cuento, nuestra tarea es no mentir ni en una coma, aunque sintamos que, a veces, la tarea nos devora. Aprovechamos el viento, que sopla ahora a nuestro favor. La costa del estreno cada vez se hace más grande ante nuestros ojos.
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